“…Por ello el tratamiento térmico suele ser el método más usado para preservar la calidad y seguridad de la leche, debiéndose usar temperaturas bajas en su pasterización para minimizar las pérdidas de calidad (Wang et al, 2021); pero debido a esta limitación en la temperatura hace que la inactivación de bacterias y de enzimas termo resistentes sea limitada reduciendo la vida útil de la leche (Yu et al, 2022). Las tecnologías emergentes como los ultrasonidos de alta potencia se están investigando como reemplazo a las tecnologías térmicas en leche y productos lácteos (Jiménez-Sánchez et al, 2017); pero con resultados poco satisfactorios (Soltani et al, 2022) o francamente contradictorios (Lim et al, 2019); de ahí la necesidad de plantear el uso de ultrasonidos desde un enfoque nuevo, donde los ultrasonidos sean parte de un sistema de barreras que aproveche sus ventajas (mayor eficiencia a energética, aplicación a baja temperatura y ecológicamente amigable) (Juraga et al, 2021) y minimice sus desventajas (producción de olores extraños, incremento de la oxidación por generación de radicales libres, etc.) (Marchesini et al, 2015).…”