El actual ensayo presenta una reflexión crítica en torno a las apuestas educativas necesarias para los momentos de transición por los cuales está pasando Colombia. El posconflicto es hoy una demanda educativa que requiere de respuesta por parte de los formadores y agentes educativos. Debido a ello, el país tiene como tarea trazar nuevos horizontes de sentido, tomando como base aquellas apuestas que ha logrado instaurar políticamente desde la educación pero que, en medio de los constantes cambios sociales, requieren de mayor atención: los ambientes educativos, el currículo y la cátedra de la paz. No obstante, se hace necesario como elemento transversal, establecer lazos sinérgicos entre los demás agentes que rodean la niñez y la juventud a fin de trascender el escenario de la escuela y, por tanto, la labor formativa de los colombianos que deseamos ser. Es así como se concluye que, en momentos de transición, todo acto educativo debe propender al emprendimiento, a la explotación de la creatividad, a nuevas formas de interacción, al establecimiento de espacios dialógicos, al tejido de las subjetividades, a la configuración de colectivos y, por tanto, al rescate de lo humano.