El presente artículo analiza las concepciones religiosas de quienes integraron la Joven Generación Argentina a fines de la década de 1830. Dichos personajes pensaron a la religión, y más específicamente al cristianismo, como un vector de regeneración estrictamente terrenal sobre el cual debía apoyarse —junto a la filosofía— su proyecto de reforma social y política. Manifestaron también una velada hostilidad al catolicismo, asociado a las costumbres coloniales que se pretendía abandonar, a una España que consideraban “retrógrada” y a la “tiranía” de Juan Manuel de Rosas. Sus perspectivas religiosas no constituyeron un planteo sistemático, sin embargo, sino que es pertinente referir a ellas como dando forma a una “estructura de sentimientos”.