“…De los tipos de evaluación expuestos por Utha (2015), a saber: evaluación sumativa, evaluación continua sumativa o evaluación continua formativa, comienza a expandirse la idea de que si se desea avanzar en la evaluación de competencias no resulta útil una simple evaluación sumativa, o evaluación continua sumativa, pues ambas adolecen de la deseable potencia de la función formativa en la Universidad. Diversos autores coinciden en que la evaluación debería tener un carácter formativo y continuo (Brockbank y Mc-Gill, 2006;Denton, 2014;Ibarra y Rodríguez-Gómez, 2010); asímismo, ratifican que este tipo de evaluación consigue elevar las calificaciones de los estudiantes, en relación a otros itinerarios o modelos de evaluación menos formativos, lo que parece evidenciar un mayor efecto de aprendizaje (Lizandra, Valencia, Atienza y García, 2017). Igualmente, se considera que la evaluación llevada a cabo únicamente por el profesor, heteroevaluación, sería menos coherente con la filosofía de la programación por competencias que la coevaluación, autoevaluación u otras fórmulas de evaluación pactada, negociada y compartida con los estudiantes ( Bain, 2005;Boud y Falchikov, 2007;Brown y Glasner, 1999;López-Pastor, Pintor, Muros, y Webb, 2013).…”