Existe un cierto consenso historiográfico a la hora de atribuir sin cuestionamiento a los priscilianistas la adopción de una dieta vegetariana. Sin embargo, tan solo contamos con cinco fuentes explícitas, exógenas y posteriores a la ejecución del heresiarca, que sostienen tal afirmación. Resulta obvio que los artículos de la fe católica condenaban a fines del siglo IV e inicios del siglo V la abstinencia de las carnes de las aves o de los animales siempre y cuando no se tratara simplemente de una práctica de mortificación y ascetismo. Partiendo de las informaciones de primera mano que había recibido de Ceretio, Consencio y Orosio, Agustín de Hipona aseguraba que los priscilianistas evitaban el consumo de carne por asociarlo con ángeles malignos. El pontífice Vigilio denunciaba la misma situación mucho tiempo después, al igual que el Primer Concilio de Braga. Así pues, el artículo presente se constituye con el objetivo de profundizar en el presunto vegetarianismo de los priscilianistas, estableciendo un análisis crítico de las escasas fuentes atinentes.