“…Se favorece de este modo la comunicación, porque, como expone Baron (1984), la organización jerárquica que en muchas ocasiones determina el desarrollo de una conversación presencial queda diluida en el anonimato que proporciona el medio y, por lo tanto, los roles se intercambian con más facilidad, ofreciendo oportunidades comunicativas a aquellos alumnos que, por diversas cuestiones, no interactúan en una conversación al uso. Esta posibilidad resulta, desde nuestro punto de vista, esencial en la aplicación del correo electrónico como medio didáctico, como se ha constatado en diversos estudios que han analizado la producción lingüística en la lengua meta (Beauvois, 1995;Warschauer, 1995;González-Bueno, 1998;Lee, 1998;Sitman, 1998;Trenchs, 1998a). Esta mayor implicación del alumnado se ve favorecida por la ausencia de elementos kinésicos en la interacción, lo que obliga al aprendiz a esforzarse por construir un texto que, como afirma Cruz Piñol (2002, p. 79), "será su imagen pública", pues en el correo electrónico "eres lo que escribes (o dices), sin ningún detalle paralingüístico que te pueda delatar" (Sitman, 1998, p. 12).…”