“…Lian et al (2002), mencionan que estructuras porosas facilitan el escape de calor desde el interior de la partícula, causando menos lesiones a los microorganismos encapsulados, por lo tanto esto puede ser una de las razones que contribuyeron a la mayor supervivencia después del secado de F1, pero al no estar bien protegidos a los efectos perjudiciales del oxígeno atmosférico y la humedad, aumenta las probabilidades de muerte o destrucción de las células en un posterior almacenamiento (Fatemeh et al 2011;Semyonov et al, 2012 Ademas, Pastuña-Pullutasig et al (2016), mencionan que la obtención una superficie lisa compacta y libre de poros evita el contacto directo con el oxígeno, previniendo así su degradación y alargando su tiempo de vida útil. Sin embargo, algunos autores señalan que la supervivencia durante el secado, no necesariamente se relaciona con la supervivencia durante el almacenamiento (Chávez y Ledeboer, 2007;Kurtmann et al, 2009). A pesar de las diferencia significativas en el almacenamiento de las dos cepas probióticas con los distintos encapsulantes, se obtuvo un alto recuento de células viables en todas las formulaciones, las cuales se mantuvieron por encima de los niveles recomendados por la FAO (2001) que es entre 10 6 -10 7 UFC/g de microorganismos viables para un alimento probiótico, durante los 90 días almacenamiento, Kailaspathy y Chin (2000), señalan que esto es lo más importante para evaluar la aplicabilidad de un producto pulverizado.…”