“…La recolección tiene un alto sentido familiar y comunitario (McLain & Jones, 2005;Villarreal-Ruiz & Castillo, 1996), cuya perspectiva de género no ha sido debidamente investigada, pues las mujeres poseen un vasto conocimiento sobre la taxonomía, biología y ecología local de los hongos (Garibay-Orijel, Ramírez-Terrazo, & Ordaz-Velázquez, 2012) y se encuentran involucradas en la recolección, procesamiento, particularmente, en la comercialización (Pérez-Moreno, Martínez-Reyes, Yescas-Pérez, Delgado-Alvarado, & Xoconostle-Cázares, 2008). Asimismo, son ellas las que fomentan el intercambio de información (Montoya et al, 2008) que se mantiene activo de manera vertical (de padres a hijos) y horizontal (entre gente de la misma generación) (Mariaca et al, 2001), conformando parte de su identidad cultural (Garibay-Orijel et al, 2012) y contribuyendo al mantenimiento de los conocimientos ancestrales (Pérez-Moreno et al, 2008). La recolección de hongos ha demostrado ser compatible con la conservación de los recursos naturales a largo plazo (Toledo, 1992), al lograr una producción continua de los bienes y servicios que el bosque proporciona (Villarreal-Ruiz & Pérez-Moreno, 1989), conformando así un componente ecológico.…”