Hay en este libro, a pesar de algunas exageraciones -como la de declarar que Rafael ha introducido en Francia los gestos de base del hip-hop, pero claro, es que hasta el buen Homero se duerme, como decía Borges-, una lección no "ideológica", sino analítica, de cómo tratar problemas de interacciones humanas y relaciones sociales complejas, en el campo difícil del descubrimiento entre sociedades y culturas diversas que no han tenido las mejores relaciones, por decirlo de manera eufemística; una lección sobre cómo rescatar el carácter equívoco, contradictorio y ambiguo de esas relaciones -por lo demás, como de toda relación humana-. Escuchemos a Gérard Noiriel:"En el sketch, filmado por los hermanos Lumière, titulado La mort de Chocolat, se ve a Foottit, el payaso blanco, que intenta leer el periódico. Chocolat no lo deja, lo interrumpe, lo sacude.Foottit le asesta un tremendo puñetazo. Chocolat se derrumba. Foottit, preso del remordimiento, llora por su amigo desaparecido. [Chocolat ha muerto] […] el cortejo se pone en movimiento, conducido por el payaso blanco, que seca una última lágrima. Pero he ahí que el féretro se abre, y Rafael, de repente resucitado, se levanta para acompañar el cortejo, en medio de risas. La escena termina con una última pirueta de Rafael, el payaso negro, lo que le otorga, sino la última palabra, por lo menos sí el último gesto".