E l cuidado y atención de salud de la población, en las sociedades contemporáneas de estructura moderna, se ha transformado en una tarea compleja y de enormes dimensiones.Determinar los modos adecuados de organizar la atención de salud, de forma que responda a las necesidades reales de las personas, es un desafío con fuertes implicancias éticas, toda vez que se trata de acciones que afectan a las personas en sus dimensiones más significativas.Hoy en día, en el contexto de una multiplicación y diversificación de las atenciones de salud, llevadas a cabo por personas diversas, organizadas en complejos equipos multi-profesionales, se reconoce que, más allá de la preocupación individual, resulta indispensable la participación de los ciudadanos, en orden a determinar el modo global de estructurar y ejecutar estas acciones.Diversos estudios se han enfocado en los aspectos epidemiológicos, médicos, sociológicos, económicos y políticos que deben ser considerados a la hora de intentar proponer o ejecutar acciones de salud de alcance comunitario 1,2 . Sin embargo, no ha habido suficiente reflexión destinada a establecer específicamente cuáles deban ser los bienes éticos a cautelar en este orden de materias.El presente trabajo investiga acerca de algunos bienes, valores o principios éticos que deberían ser
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