La preocupación por la eficacia gubernamental resulta significativa en el pensamiento filosófico moderno de Robert Dahl (1915-2014. El autor analiza las capacidades que deben tener nuestras sociedades complejas y altamente pobladas, de auto-gobernarse de manera eficaz. Sin embargo, Dahl reconoce, al igual que Huntington y Crozier (1975), entre muchos otros, que la posmodernidad ha traído una serie de dificultades y desafíos a las sociedades en términos de gobernanza. La idea política de un declive de la democracia proviene de la "disminución de la influencia directa de los ciudadanos sobre las decisiones gubernamentales cruciales" (Dahl, 2006, p. 94). Esto deriva en una verdadera y profunda crisis de legitimidad de las democracias modernas. En efecto, existe un déficit de adhesión a los valores de la cultura política democrática, que se traduce principalmente en abstención, corrupción, opacidad, politización de la justicia, falta de justicia social, desempleo, pobreza, desigualdades socio-económicas y violaciones a los derechos humanos. Estos efectos perversos capturan las democracias, impidiendo el correcto funcionamiento de sus principios, que son a contrario a la justicia social, la participación política activa, el pluralismo, la alternancia en el poder, el Estado de derecho y la protección de los derechos humanos.Dahl, en primer lugar, tuvo la idea de aprovechar el contexto de los años 70 para proponer la renovación del paradigma democrático hacia uno adaptado a la realidad compleja actual, y a los nuevos desafíos de la democracia contemporánea: la poliarquía.