Este año se cumple una década en la que varias autonomías comenzaron a trasladar medicamentos de Diagnóstico Hospitalario (DH) de las farmacias comunitarias (FC) a la farmacia hospitalaria (FH). Independientemente de que las autonomías carecían (y carecen) de competencias para realizar este cambio, la realidad es que casi toda la innovación en medicamentos que sale en nuestro país está dejando al margen a la farmacia comunitaria y acaba en la farmacia hospitalaria y esta tendencia no tiene intención de cambiar gracias a los inefables DIHSC, medicamentos de "Diagnóstico Hospitalario Sin Cupón precinto", cajón de sastre que en la práctica tiene como principal criterio recoger determinados medicamentos de precio elevado. Los farmacéuticos comunitarios nos hemos movido al respecto esta década entre el dejar hacer, la queja y la ingenuidad de pensar que nuestra accesibilidad es argumento más que suficiente para que vuelvan sin más. Herácli-to ya explicaba hace más de dos mil años que uno no se puede bañar dos veces en el mismo río, lo que traducido a nuestra situación significa que los famosos medicamentos DIHSC no llevan intención de volver a la FC en la misma situación que hace una década. Y esto será así por varios motivos: el primero es el económico por partida doble. Ni la administración va a querer dejar de tener la sensación de control o dicho de otro modo, la posibilidad de negociar descuentos que ahora consigue (aunque haya una total opacidad al respecto y ni ella misma sepa si ahorra) ni el modelo retributivo actual de estos medicamentos en FC consistente en una tarifa plana y baja le permite a esta asumir costes muy elevados. El segundo motivo y casi tan importante es que los años pasan y la farmacia hospitalaria ya ha cogido carrerilla al respecto. Este grupo de fár-macos les está dando una visibilidad y un cierto poder con el que no contaban antes y no lo van a dejar perder así como así. Aunque los resultados sean dispares, la FH se está esforzando por aportar valor aña-dido en la dispensación de estos fármacos que difícilmente puede equipararse al que aportaría la farmacia comunitaria. Así, para que estos medicamentos se dispensen en su entorno natural que es la farmacia comunitaria debemos hacer valer nuestras fortalezas. Está claro que la accesibilidad es una de las principales, pero no la única. La longitudinalidad (atención continuada en el tiempo), el conocimiento global de los tratamientos del paciente (no solo los de prescripción sino también la automedicación, la fitoterapia, los complementos nutricionales…), la alta frecuencia de visitas de los pacientes, la coordinación con el médico de atención primaria… son activos muy valiosos a los que se les debería sacar más partido con una capacitación específica para este tipo de fármacos y estructurados en torno a protocolos de trabajo (como seguimiento, conciliación, revisión de uso, SPD…), zonas de atención personalizada y coordinados con el resto de profesionales sanitarios. Todo esto permitiría que la farmacia comunitaria siga siendo lo que nunca ...
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