Damos a conocer en estas páginas el estudio de una tabla flamenca de primera calidad y belleza que titulamos Gloria de la Encarnación de la Virgen. Pertenece a colección privada y es pintura al óleo sobre roble (158 x 111 cm y 7,5 mm. de grueso). En nuestra opinión se trata, sin duda, como analizaremos de una espléndida obra a situar entre las buenas creaciones de Ambrosius Benson (Fig. 1).Es bien sabido que Benson es un conocido e importante pintor de la escuela de Brujas, de la primera mitad del siglo xvi. Aunque de origen lombardo, su biografía conocida como persona y como artista se desarrolla en esta bella ciudad de los Países Bajos Meridionales y su carrera, en ella, se inicia junto a Gerard David, en cuyo taller trabaja máá como colaborador que como discípulo, al igual que Adrian Isenbrant ya que las vidas de estos dos artistas discurren paralelas. Benson es un caso excepcional, un italiano cuya carrera transcurre en Brujas desde su llegada en 1519 hasta su muerte en 1550 K El cuadro objeto del trabajo, representa a la Virgen con el Niño entre dos ángeles y, en lo alto, el Padre Eterno con los brazos extendidos, mostrando las palmas de las manos, en un bello escorzo, que subraya el gesto de enviar, hacia María, la paloma del Espíritu Santo. El fondo, unido, muestra tonalidades amarillo-doradas que enmarca un diseño ondulado realizado a base de nubes pintadas en bellos matices que van, partiendo del centro, desde el dorado al blanco azulado y el gris para terminar hacia los bordes exteriores, en un oscuro tono antracita.El Eterno viste túnica y manto rojos en acertado contraste con la dorada luminosidad de la Gloria de donde parece surgir. María lleva túnica de color rojo intenso con matiz vinoso, tono bien característico de Ambrosius Benson, al igual que el verde oscuro en forma de capa, que aparece enriquecido, en sus bordes, por orla de simulada orfebrería y abundante bordado de perlas. Su espléndida cabellera va dividida por raya central y desciende, sobre sus hombros, hasta la cintura. El rostro de la Virgen es típico de este pintor brujense: óvalo regular, pómulos ligeramente rosados, párpados caídos y un tanto gruesos, cejas muy finas, nariz recta y larga con toque luminoso en la punta y labios carnosos en un subido tono rojo. Por otra parte como ya señalaba Georges Marlier, en su biografía sobre la vida y la obra del artista, en 1957 -, como rasgo muy personal del pintor, las manos son grandes y destacan los nudillos de la falange media de los dedos lo que, en opinión del citado y conocido historiador, viene a ser casi como su firma. María sostiene, en sus brazos, al Niño desnudo sobre un blanco lienzo, composición que viene de Jan van Eyck como se advierte en conocidos ejemplares de este último (Virgen con el Niño de la Fuente. Amberes. Musée Royal des Beaux-Arts) y que Benson utiliza en numerosos cuadros, de su mano cuando trata el tema de la Virgen con el Niño. Los ángeles, que la flanquean, los cubre con túnicas de colores complementarios: rojo el de la izquierda y verde intenso el de la derech...
