Tocqueville es consciente de que el proceso de individualización que acompaña a las sociedades modernas erosiona la cohesión social. Tiene claro que el aparato institucional no garantiza por sí solo que los individuos en las sociedades modernas salgan del círculo de sus intereses privados y se sacrifiquen en aras del interés común, sobre todo, cuando el poder, agazapado a la sombra del individualismo democrático, mueve los hilos para que los individuos confundan su seguridad con la inacción política y la paz social con la paz de los cementerios. Si se quiere mantener el espíritu público en las democracias modernas habrá que encontrar herramientas capaces de infundir en los sentimientos y en la razón de sus ciudadanos los principios morales de un humanismo cívico, capaces de generar el interés por la «res publica». Tales son el interés bien entendido y la religión. Así, aunque en el plano personal las argumentaciones racionales acerca de la veracidad de las creencias cristianas no le sirven para creer en el Mesías crucificado, como sociólogo llegará al convencimiento de que la religión cristiana es necesaria para el desarrollo de una sociedad democrática que permita el pleno desarrollo de la libertad política y existencial de sus ciudadanos.
La obra de Alexis de Tocqueville se dirige a hacer salir a los individuos del círculo de sus intereses privados, para que asuman su responsabilidad individual, política y social frente a la masa, escuchen a su deseo innato de libertad y hagan surgir de la igualdad, y, nunca contra ella, sino a través de ella, la libertad política y social. Su amor a la libertad está siempre presente e impregna de sentido ético su pensamiento y su actividad política. De ahí deriva su profundo humanismo ante la situación de la población india y negra en tierras americanas y su oposición frontal a la esclavitud y a cualquier planteamiento racista, como algo contrario a los derechos naturales de los seres humanos. Sin embargo, cuando el diputado Tocqueville toma la palabra, su objetivo primero no es ya la dignidad de los seres humanos, sino los intereses de Francia. Su posición ante la emancipación de los esclavos en los territorios franceses de ultramar, su actitud ante la conquista de Argelia, sus intervenciones en la Asamblea Nacional sobre política exterior nos muestran a un hombre de Estado imperialista, colonialista y racista. Anteriormente había mostrado la ambivalencia de los fenómenos sociales, ahora aparece él mismo ambivalente e incoherente: el filósofo político versus el diputado en la Asamblea Nacional, el defensor de la dignidad humana versus el hombre remiso a asumir los derechos políticos y sociales de una parte de la humanidad, el moralista en América versus el imperialista y colonialista en Argelia y las colonias de ultramar.
Una mirada a los análisis tocquevillianos de la cuestión social nos enfrenta una vez más a un autor paradójico, contradictorio y difícil de clasificar. Por una parte, su cuestionamiento de la caridad legal, del intervencionismo del Estado, de la inclusión del derecho al trabajo en los ordenamientos constitucionales, su defensa del derecho de propiedad y del libre comercio y de la competencia le entronca con los planteamientos liberales. Pero, por otra parte, su desconfianza en la armonización de intereses en el ámbito económico, su descripción de un capitalismo sometido y atenazado inexorablemente por crisis comerciales e industriales crónicas, su visión de una clase obrera explotada y alienada por las propias indeterminaciones del mercado y por una burguesía sin escrúpulos, le aleja considerablemente del liberalismo económico clásico. Tocqueville quiere trascender los límites que su época le marca entre un liberalismo económico para el cual la intervención del Estado nunca es saludable ni deseable, y un socialismo que reclama la presencia constante y permanente del Estado. Para Tocqueville, en la sociedad democrática, caracterizada por un alto grado de individualismo, el Estado debe asegurar la solidaridad con vistas al interés general y, al mismo tiempo, favorecer el protagonismo de la sociedad civil.
scite is a Brooklyn-based organization that helps researchers better discover and understand research articles through Smart Citations–citations that display the context of the citation and describe whether the article provides supporting or contrasting evidence. scite is used by students and researchers from around the world and is funded in part by the National Science Foundation and the National Institute on Drug Abuse of the National Institutes of Health.
customersupport@researchsolutions.com
10624 S. Eastern Ave., Ste. A-614
Henderson, NV 89052, USA
This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.
Copyright © 2024 scite LLC. All rights reserved.
Made with 💙 for researchers
Part of the Research Solutions Family.