The geology of southwestern Mexico (102-968W) records several synchronous events in the Late Oligocene-Early Miocene (29-19 Ma): (1) a hiatus in arc magmatism; (2) removal of a wide (c. 210 km) Upper Eocene-Lower Oligocene forearc; (3) exhumation of 13-20 km of Upper Eocene-Lower Oligocene arc along the present day coast; and (4) breakup of the Farallon Plate. Events 2 and 3 have traditionally been related to eastward displacement of the Chortís Block from a position off southwestern Mexico between 1058W and 978W; however at 30 Ma the Chortís Block would have lain east of 958W. We suggest that the magmatic hiatus was caused by subduction of the forearc, which replaced the mantle wedge by relatively cool crust. Assuming that the subducted block separated along the forearc-arc boundary, a likely zone of weakness due to magmatism, the subducted forearc is estimated to be wedge-shaped varying from zero to c. 90 km in thickness; however such a wedge is not apparent in seismic data across central Mexico. Given the 121 km/Ma convergence rate between 20 and 10 Ma and 67 km/Ma since 10 Ma, it is probable that any forearc has been deeply subducted. Potential causes for subduction of the forearc include collision of an oceanic plateau with the trench, and a change in plate kinematics synchronous with breakup of the Farallon Plate and initiation of the Guadalupe -Nazca spreading ridge.
El origen de la vegetación actual de México y su diversidad tiene larga historia. Posiblemente es la extensión de esta historia el punto en que discrepan las propuestas, una planteando que inicia en el Cretácico (ca. 132 ma) y otras haciendo énfasis en procesos restringidos al Plio-Pleistoceno (5.3 ma), sobre todo si se refieren al origen de la vegetación actual. El aumento del conocimiento sobre la evolución geológica de México, y del constante cambio en su fisiografía, así como del estudio de las angiospermas fósiles de la región, genera un concepto más claro de cómo y cuándo las formas de vida fueron llegando y asociándose. Se presenta una hipótesis en la que se combinan procesos geológicos y cambios fisiográficos, con la presencia de plantas y vegetación en las partes emergidas que se van desarrollando. Se propone que la biodiversidad actual efectivamente inicia hace ca. 132 millones de años, aunque linajes que hoy viven en México se pueden reconocer desde este tiempo, es complicado ubicarlos en familias, pues posiblemente representen miembros del grupo troncal. En el Paleógeno (65-32 ma) las familias, y aun géneros, que continúan viviendo en el país son más fácilmente reconocidos, pero grupos extintos o que hoy crecen en otras regiones siguen siendo comunes. Es en el Neógeno (32-1.8 ma) que desde un punto de vista de la morfológico/anatómico las plantas fósiles se parecen más a las que viven de forma natural actualmente en el país, pero muestran diferencias que en general permiten proponer nuevas especies. Si las plantas fósiles y actuales de México se relacionan morfo/anatómicamente más solo en tiempos relativamente recientes, es de esperar que con los tipos de vegetación suceda algo similar. El registro fósil sugiere que a partir de comunidades que se desarrollaron bajo condiciones cálido-húmedas en el Cretácico, divergieron tipos de vegetación con capacidades diferentes ante el estrés hídrico, y comunidades que se favorecieron de condiciones templadas a frías. Esto sucede aparentemente en dos momentos distintos en dos regiones diferentes; durante el Paleógeno se afecta al norte y en al Neógeno al centro y sur del país. Trabajo geológico y paleobotánico conjunto y comparativo permitirá refinar esta propuesta que sugiere que los cambios que activan o restringen respuestas biológicas forman parte de otros componentes del Sistema Tierra.
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