Una interpretación aristotélica del concepto de desarrollo humano propone como fin último del desarrollo la eudaimonía o felicidad, esto es, la plena realización de la capacidad eudemónica en el alma humana. Para esto se requiere del desarrollo de sus partes racional e irracional, lo que demanda como medios una ética y una dianoética del desarrollo, referidos a los modos de ser de las respectivas partes del alma. La interacción entre ambas partes genera siempre un ciclo virtuoso, existiendo la posibilidad de influencias externas a través de la educación, la costumbre, la economía, la legislación y la política.
En este artículo reportamos los resultados de una encuesta representativa realizada a los estudiantes de economía de Chile, de pre y posgrado de cinco universidades sobre temas de pensamiento económico. Una comparación entre estudiantes de las universidades chilenas que imparten economía permite concluir diferencias entre éstos, con características propias que se estarían imprimiendo como un sello en los estudiantes de las distintas casas de estudio. Por último, una comparación entre los estudiantes de posgrado chilenos, europeos y estadunidenses permite verificar en varios sentidos las particularidades del pensamiento económico en los estudiantes de economía del país
El desarrollo humano es, en el contexto de los estudios del desarrollo internacional, un concepto difundido a partir de 1990 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este artículo propone una interpretación alternativa del concepto de desarrollo humano que resuelve algunas inconsistencias producidas por la confluencia de las distintas corrientes teóricas que dieron origen al concepto. La nueva interpretación propuesta proviene de los aportes del enfoque aristotélico de Martha Nussbaum y, más directamente, de la antropología aristotélica y las nociones de acto y potencia. Se argumenta que el desarrollo humano puede ser entendido como el cambio que busca la realización plena del potencial humano.
El concepto de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) surge en 1990 como una crítica a la consideración de la economía como el fin último de los esfuerzos del desarrollo. En la visión del PNUD, la economía es considerada un fin relativo, es decir, un fin y un medio para el desarrollo humano. Al considerar, por su parte, el fin del desarrollo humano, este es identificado con el ensanchamiento de las opciones y libertades de que gozan los individuos. En este sentido, este concepto de desarrollo humano hace alusión a una práctica política más que a un entendimiento ético-ontológico del ser humano, evitando referirse a desarrollo humano entendido como un desarrollo del ser humano. Este artículo explora los antecedentes del concepto del desarrollo humano del PNUD y los fines que consideran estos enfoques previos. Se observa que la consideración subjetivista del PNUD proviene de la teoría de Amartya Sen, quien queda sujeto a la crítica objetivista de Martha Nussbaum al no considera un fin objetivo para los asuntos humanos, crítica que puede de igual manera aplicarse al concepto de desarrollo humano del PNUD.
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