Manuel Larraín y la conciencia eclesial latinoamericana.Visión y legado de un precursor
INTRODUCCIÓNManuel Larraín Errázuriz, obispo de la diócesis de Talca entre 1938 y 1966, año de su trágica muerte en un accidente automovilístico, es hoy una figura señera de la Iglesia en Chile y, sobre todo, un precursor destacado de la Iglesia latinoamericana. Precursor en el camino emprendido por esta Iglesia, con especial claridad tras el Concilio Vaticano II, hacia una identidad más definida y hacia una toma de conciencia cada vez más clara y más profunda sobre las especificidades de su presencia y de su misión en este vasto y complejo continente. Un continente que pervive hasta hoy en la dualidad de ser la región en que se encuentra aproximadamente la mitad de los católicos del mundo y en el que, a la vez, imperan la pobreza y la inequidad social.Manuel Larraín nació en el año 1900 y su vida transcurrió, así, al ritmo de un siglo decisivo para la Iglesia católica universal y latinoamericana. Para la Iglesia universal, por el proceso de redescubrimiento de sí misma que ella experimentó en su apertura al mundo moderno, después de varios siglos de una relación difícil y por momentos francamente hostil. En el vértice de este proceso está, sin duda alguna, y tras la confluencia de diversos y decisivos movimientos de renovación eclesial, el Concilio Vaticano II, en los albores de la segunda mitad del siglo (1962)(1963)(1964)(1965). Y para la Iglesia latinoamericana, por la manera peculiar e intensa como, desde ciertos nú-cleos cristianos visionarios, se preparó, se recepcionó y se vivió todo ese inmenso y significativo acontecimiento de la Iglesia universal.En las siguientes páginas el esfuerzo central es poner de relieve no tanto hechos o circunstancias de la vida de este notable obispo chileno, sino su comprensión teológica de la realidad y su visión del sentido y del cometido de la Iglesia que está inserta y vive en ella. Comenzaremos por una visión de conjunto del contexto de origen de Manuel Larraín: el catolicismo chileno de la primera mitad del siglo XX en sus principales rasgos culturales, teológicos y sociales, que marcaron su formación inicial (1.1). En un segundo momento intentaremos una ampliación del círculo contextual, describiendo, también a grandes rasgos, el camino arduo que le tocó recorrer a Manuel Larraín, así como a otros contemporáneos suyos, hacia una redefinición más