Al igual que la infección respiratoria aguda (IRA), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es de alta prevalencia en el mundo, así como en también en nuestro país. Ambas condiciones están dentro de las principales causas de morbimortalidad (1-3). La exacerbación aguda de EPOC, una de las causas principales de hospitalización, puede tener múltiples etiologías (3-5). Actualmente, estamos viviendo el impacto socioeconómico y en los sistemas de salud derivado de la infección, con características pandémicas, generada por SARS-CoV-2, cuya enfermedad (COVID-19) tiene un amplio espectro de manifestaciones clínicas, siendo el tracto respiratorio su órgano blanco principal (6-9). Desde la aparición de la pandemia de COVID-19 se debe priorizar el diagnóstico y manejo de la exacerbación aguda de la EPOC, y diferenciar las exacerbaciones agudas infecciosas y no infecciosas para evitar el sobreuso de antibióticos cuando no es requerido, que, en la situación actual de SARS-CoV-2, pudiese ser una de las causas de agudización (5-11). Adicionalmente debemos afianzar el concepto de exacerbación aguda de EPOC como una entidad diferente de la neumonía en paciente con EPOC. Si bien, las dos pueden tener síntomas similares, la exacerbación aguda de EPOC no cursa con opacidades de ocupación alveolar o consolidaciones en la radiografía o en la tomografía del tórax.
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) es el nombre dado a la patología causada por la infección por el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2) (1, 2). Teniendo en cuenta la actual fase de mitigación, la alta tasa de contagio, así como la exposición a la que se ve expuesto el broncoscopista y demás personal en un procedimiento altamente productor de aerosoles, se hace necesaria la actualización de guías sobre recomendaciones en broncoscopia previamente publicadas, dada la necesidad de reapertura de los servicios ambulatorios y la atención de pacientes hospitalizados por otras patologías. Con alto nivel de contagio conocido, y el riesgo para el personal de salud, este se considera como un procedimiento contraindicado como método diagnóstico en COVID-19, excepto en condiciones que amenacen la vida y cuyo resultado cambie el manejo médico del paciente (3-7). La actual guía es un consenso de expertos, miembros del Comité de Broncoscopia de la Asociación Colombiana de Neumología y Cirugía de Tórax. Al momento, la evidencia se encuentra en construcción, a medida que aumentan los casos en el mundo. Se estarán haciendo actualizaciones de esta guía, según se tenga nueva información.
La aparición del brote de coronavirus 2 (COVID-19) en China, a finales del 2019, se ha transformado en pandemia por un síndrome respiratorio agudo severo (denominado SARS-CoV-2). Este es un problema de salud pública (1). Hasta el momento se acepta que la transmisión es de persona a persona, por medio de gotitas producidas cuando hablamos o tosemos, o en contacto directo con las mucosas, como los ojos y la nariz, al llevarnos las manos contaminadas a dichos sitios (2). Se estima que la infección tiene un período de incubación promedio de 6,4 días, y un número de reproducción básico va desde 2,24 a 3,58 (3). Se han reportado 395 744 casos en el mundo, con mortalidad de 17 234 casos y 103 736 pacientes que se han recuperado (4). En Colombia, para el 24 de marzo, en total son 306 casos confirmados en el país según el último reporte, con 3 muertos para la fecha (5). Este artículo se diseñó para ofrecer recomendaciones a las unidades de sueño y laboratorios de función pulmonar en cuanto a la pandemia por coronavirus, con base en la evidencia que se ha publicado en los 3 últimos meses y en la opinión de expertos. Esto puede cambiar una vez se conozca más sobre la infección.
scite is a Brooklyn-based organization that helps researchers better discover and understand research articles through Smart Citations–citations that display the context of the citation and describe whether the article provides supporting or contrasting evidence. scite is used by students and researchers from around the world and is funded in part by the National Science Foundation and the National Institute on Drug Abuse of the National Institutes of Health.