Los dibujos animados, además de servir para el entretenimiento de los niños, pueden ser usados para la docencia de la neurología. Tenemos ejemplos en neuroimagen como el «signo de Mickey Mouse» en la resonancia magnética de la parálisis supranuclear progresiva. Si nos centramos en la semiología es más fácil explicar la amnesia anterógrada ayudándonos de Dory, de Buscando a Nemo y las diferentes alteraciones del lenguaje, como los síndromes del idioma extranjero y acento extranjero vía Buzz Lightyear, y de la articulación gracias a Porky (disfemia) y al Pato Donald (disartria). Además, Silvestre y Piolín han jugado un papel importante en el estudio del lenguaje gestual. Sobre los gestos, la mano de la Familia Addams es útil para entender el fenómeno de la mano alienígena o ajena. Si queremos explicar enfermedades, Popeye nos ayuda a entender la clínica de la distrofia facio-escápulo-humeral, Pluto y la bella durmiente muestran fielmente trastornos del sueño, el Jorobado de Notre-Dame ejemplifica la neurofibromatosis tipo I y con Clara, la amiga de Heidi, podemos explicar la paraplejia funcional. En relación con enfermedades causadas por dibujos animados cabe considerar un capítulo de Pokémon que causó múltiples crisis epilépticas en Japón, de utilidad para explicar la epilepsia fotosensible. Los dibujos animados pueden ayudarnos a explicar las enfermedades neurológicas y su semiología.