Alternatives to internal fixation of long-bone fracture comprise, depending on location, external fixation or joint replacement. Limitations comprise risk of infection and functional outcome quality, which vary according to technique. The present study examines these limitations, based on comparative or large-scale studies from which certain significant results emerge. Four main questions are dealt with: (1) the present role of locking plates; (2) conditions for intramedullary nailing in Gustilo grade IIIb open fracture; (3) the limitations of conversion from external fixation to intramedullary nailing in open lower leg fracture; (4) and the limitations of definitive anterograde femoral nailing in multiple trauma. Locking plate fixation has yet to prove clinical superiority in any of the anatomic sites for which good-quality comparative analyses are available. Infection risk in Gustilo grade IIIb open lower leg fracture is equivalent when treated by intramedullary nailing or external fixation, if wound care and debridement are effective, antibiotherapy is initiated rapidly and skin cover is restored within 7days. Conversion from primary external fixation to intramedullary nailing is possible if the external fixator was fitted less than 28days previously and skin cover was restored within 7days. The pulmonary and systemic impact of peripheral lesions or definitive anterograde intramedullary nailing of femoral fracture in multiple trauma calls for caution and what is known as "damage-control orthopedics" (DCO), a term covering the general consequences of both the initial trauma and its treatment. Femoral intramedullary nailing is thus contraindicated in case of hemorrhagic shock (blood pressure<90mmHg), hypothermia (<33°C), coagulation disorder (platelet count<90,000) or peripheral lesions such as multiple long-bone fractures, crushed limb or primary pulmonary contusion. In such cases, external fixation or retrograde nailing with a small-diameter nail and without reaming are preferable.

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Los defectos palatinos de un tamaño significativo precisan reconstrucciones con colgajos locales o a distancia para evitar secuelas funcionales importantes, como regurgitación oronasal y rinolalia. El colgajo de músculo buccinador, descrito por Bozola en 1989 para el cierre de fístulas palatinas y reconstrucciones del paladar blando y duro, supone una interesante alternativa terapéutica en este tipo de defectos. En este trabajo presentamos una descripción anatómico-clínica y de la técnica quirúrgica del colgajo miomucoso de buccinador, así como nuestra pequeña casuística de pacientes operados en el Hospital Gregorio Marañón desde el año 2000 al 2004. De un total de 12 pacientes con defectos palatinos que fueron reconstruidos utilizando este colgajo, 4 eran hombres y 8 mujeres. La localización del defecto fue en 5 casos en el paladar duro y en 7 en paladar blando. Se realizaron reconstrucciones primarias tras resecciones oncológicas en 10 casos, mientras que 1 caso ha sido una reconstrucción secundaria tras fracaso de un colgajo temporal y, en otro paciente se utilizó para cubrir un injerto óseo preprotésico. Los resultados estéticos y funcionales fueron excelentes en 10 de los 12 casos. La complicación más frecuente fue la dehiscencia de sutura que se presentó en 5 casos, 3 de los cuáles fueron dehiscencias parciales que se resolvieron espontáneamente y, en los otros 2 casos, se precisó una reintervención. El colgajo de músculo buccinador parece una interesante técnica reconstructiva para defectos palatinos. Constituye un método quirúrgico sencillo, poco agresivo, con mínimas secuelas y buenos resultados. También puede ser empleado para resolver defectos de labio, lengua, mucosa yugal y órbitas, así como en casos de insuficiencia velopalatina.

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