El desconocimiento de algunas necesidades específicas de los gatos domésticos, sumado a las ideas equivocadas y expectativas que tienen los humanos sobre su comportamiento, es una problemática que impacta en la relación humano-gato. Teniendo en cuenta que este vínculo se desarrolla en el contexto del hogar los humanos somos los principales proveedores del ambiente físico y social. Se desarrollan algunos aspectos derivados de la desinformación que pueden interferir en el vínculo empobreciendo el bienestar del gato doméstico, destacando conceptos clave y requerimientos mínimos para el bienestar felino y cómo generar esas condiciones en el hogar. Se concluye que la educación de las personas que conviven con gatos domésticos puede tener un impacto positivo en la relación y enfatizar la necesidad de promover espacios formativos para mejorar el trato. Considerar el vínculo como una convivencia en familia multi-especie.
El conocimiento del comportamiento permite mejorar el manejo de los animales utilizados en producción y optimizar su bienestar. La disciplina de las ciencias biológicas que aborda este tema es la etología. Basada en la teoría de la evolución, pone énfasis en cuatro tipos de explicaciones, conocidas como las “4 preguntas de Tinbergen”. ¿Son estos cuatro abordajes útiles para la etología aplicada a la producción de porcinos? ¿Las investigaciones en etología pueden aportar a la mejora en las condiciones de crianza? Y, fundamentalmente, ¿son relevantes para el bienestar animal? Algunas prácticas realizadas de manera “intuitiva” o “empírica” hoy pueden ser identificadas como “la ayuda silenciosa” que la etología ha aportado a cada etapa productiva desde el inicio de la utilización de la cría de animales domésticos, particularmente cuando esta comienza a realizarse de manera intensiva. Esta ayuda silenciosa generó un conjunto de saberes específicos que, paradójicamente, no se relacionan con esta disciplina. Proponemos aquí darle voz a esta ayuda, identificando los distintos desarrollos etológicos implicados en la producción porcina.
El uso de animales como reactivos biológicos para investigación científica se ha justificado desde los inicios de la civilización, cuando solo servían para satisfacer las necesidades del hombre. El concepto de reactivo biológico ha cambiado al cobrar relevancia el bienestar animal, una problemática específica de la relación humano animal referida inicialmente a los animales de producción y que ha impactado en todos los usuarios de animales. Se logró avanzar en el conocimiento de las especies, sus necesidades y en la comprensión de su comportamiento. Con esta redefinición del animal surge un nuevo objeto de estudio para la ciencia: el estado del animal en sus intentos de lidiar con su entorno y de afrontar las demandas del ambiente. Como consecuencia, se han realizado enriquecimientos del ambiente sin suficientes estudios previos llevandoa la obtención de resultados erróneos. Por lo tanto, es imperativo trabajar con indicadores específicos de bienestar que permitan diagnosticar y remediar las condiciones de pobre bienestar. Los animales provistos a los investigadores deberían contar con certificaciones sobre la cepa, condiciones de crianza y, además, tipo y modalidad de enriquecimiento e indicadores de bienestar animal antes de iniciar su utilización. En el futuro, el bienestar animal no solo debe estar en la nota ética, sino que debe ser parte inexcusable de la sección metodológica de los estudios experimentales.
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