La infección de tracto urinario (ITU) es una consulta relativamente frecuente de manera ambulatoria. Sin embargo, en este artículo de revisión, el enfoque del tema es con respecto a la infección del tracto urinario asociada a catéter urinario (ITU-ACU) a nivel hospitalario debido a su alta incidencia y complicaciones asociadas. El problema principal radica en que no siempre se reconoce el potencial patológico que conlleva la utilización de catéter urinario, ya sea de manera intermitente o a largo plazo. Además del aumento en la morbilidad y mortalidad que puede llegar a representar la ITU-ASU, representa también un aumento de costos intrahospitalarios debido a estancia hospitalaria prolongada y secuelas posteriores. Es importante reconocer las indicaciones específicas de colocación de catéter urinario, los cuidados necesarios para su prevención, su correcta identificación temprana, el conocimiento de patógenos usuales y el adecuado manejo médico.
La hipocalemia es un trastorno electrolítico comúnmente encontrado durante la práctica clínica. Como el principal catión intracelular, la homeostasis del potasio asegura un funcionamiento celular óptimo. Reducciones transitorias en la concentración plasmática de potasio dependen de la ingesta dietética y su excreción. El límite inferior tolerable para la concentración de potasio sérico (K+) es 3.5 mmol/L. A pesar de que la hipocalemia es bien tolerada en individuos sanos, sus casos severos pueden causar repercusiones serias. Las manifestaciones clínicas de hipocalemia varían dependiendo de la severidad y la duración de la perdida de potasio del cuerpo. Síntomas incluyen palpitaciones cardiacas, fatiga, espasmos musculares, adormecimiento muscular y en casos severos arritmias cardiacas y falla cardiaca. La ruta principal de excreción de K+ es la orina (90%), mientras que un pequeño porcentaje (10%) es removido por el tracto gastrointestinal. Pérdidas externas de potasio se ven exacerbadas en individuos con diarrea crónica y sudoración prolongada. La historia clínica y el examen físico son usualmente suficientes para determinar la causa del déficit, reponer las reservas de potasio, diagnosticar y aliviar los factores causales para evitar futuras recurrencias. En la mayoría de las ocasiones, se reporta una recuperación óptima cuando los factores subyacentes son eliminados. Potasio suplementario resulta vital en todos los casos. La ruta de administración de potasio se debe basar en la severidad de la enfermedad. El objetivo de este trabajo es proporcionar una revisión crítica de la fisiopatología, diagnóstico clínico y manejo de la hipocalemia.
La epilepsia es una de las afecciones neurológicas crónicas más comunes, y se estima que el 1.2% de la población tiene un diagnóstico activo de epilepsia. Esto convierte a la epilepsia en la complicación neurológica mayor más frecuente en el embarazo. Las estrategias de manejo de la mujer epiléptica con deseos de embarazo involucran principalmente la planificación familiar y el asesoramiento. Es importante informar sobre la anticoncepción, la necesidad de planificar el embarazo, la optimización de los medicamentos antiepilépticos, la suplementación con folato y los potenciales riegos de los antiepilépticos sobre el feto, en particular si se utiliza el valproato. La epilepsia no es una contraindicación para el embarazo y se debe instruir a la paciente a que la mayoría de los embarazos transcurren sin problema alguno, y se deben evitar preocupaciones innecesarias. Se tiene que informar además de que los anticonceptivos tienen interacción con los antiepilépticos; debido a esto, hay riesgo de que el efecto se reduzca, ya sea la anticoncepción o el efecto anticonvulsivo. Idealmente, se busca un control de las crisis epilépticas adecuado para planificar el embarazo, porque se ha evidenciado que las mujeres que no han tenido crisis epilépticas en los últimos 9 meses, probablemente no van a sufrir ningún cambio en su condición. Es importante conocer la farmacocinética de los antiepilépticos durante el embarazo, monitorear sus niveles séricos y ajustar la dosis según los resultados. Con respecto al parto, la epilepsia no se considera una razón para el realizar cesárea, a menos de que ocurra una convulsión durante el trabajo de parto.
La candidiasis vulvovaginal es una enfermedad ocasionada por las especies de Cándida, principalmente por Candida albicans, la cual puede ser colonizante de la microflora vaginal de mujeres saludables, sin provocar enfermedad. Es la segunda causa más frecuente de vaginitis, solo superada por la vaginosis bacteriana. Por su alta prevalencia, es de las razones más frecuentes de consulta ginecológica. Afecta principalmente a mujeres en edad reproductiva, y hasta un 75% de las mujeres van a presentar un episodio en su vida. Se caracteriza clínicamente por prurito, inflamación vaginal y secreción blanquecina. Su diagnóstico se realiza específicamente por técnicas de laboratorio como la microscopía directa, o en su defecto el cultivo. Su patogenia es multifactorial e involucra una microbiota desequilibrada, factores de predisposición del huésped, la virulencia de las cepas de cándida y polimorfismos genéticos de tanto el huésped como de la hospedera. Las mujeres con mayor riesgo de presentar candidiasis vulvovaginal son aquellas con alta carga estrogénica o con algún grado de inmunocompromiso. Su tratamiento consiste en antimicóticos azoles, particularmente el fluconazol. Sin embargo, preocupa la resistencia adquirida e intrínseca de las especies no albicans, que obliga a utilizar otras estrategias. Este artículo consiste en una revisión bibliográfica, sobre las generalidades de la candidiasis vulvovaginal, enfocándose en su epidemiología, patogenia, diagnóstico correcto y tratamiento.
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