El SARS-CoV-2 es un nuevo tipo de coronavirus, que apareció a finales de 2019 en Wuhan, China y luego se extendió por todo el mundo. Declarándose pandemia el 11 de marzo 2020. Diversos hallazgos dermatológicos de este virus son inespecíficos. El espectro clínico de COVID-19 se define mejor día a día, incluso presentando nuevos síntomas. Varios estudios indican que en esta enfermedad infecciosa han aparecido diferentes manifestaciones cutáneas. En esta revisión se presenta el conocimiento actual sobre las lesiones cutáneas asociadas a COVID-19, basándose en las características clínicas, fases de la enfermedad, evolución y manejo terapéutico de cada de ellas, intentando dar una visión general de los posibles mecanismos patogénicos con sus factores contribuyentes. Aún se desconoce la prevalencia real de las lesiones cutáneas asociadas a COVID-19; actualmente se están incluyendo nuevos estudios fundamentales para ampliar nuestro conocimiento sobre estas manifestaciones cutáneas atípicas. Se considera que las lesiones cutáneas pueden ser importantes indicadores de sospecha diagnóstica a considerar en casos sopechosos de COVID19.
La cardiotoxicidad comprende todo un campo de estudio dentro de la disciplina de cardio oncología. A su vez, la radioterapia representa uno de los tratamientos más señalados en el desarrollo de cardiopatía asociada a terapias oncológicas; y en este caso en particular, se denomina Enfermedad Cardiaca Inducida por Radiación (ECIR). La prevención, detección temprana, y el tratamiento de la ECIR, se mantienen en constante estudio y representan un desafío para el futuro, sabiendo que la sobrevida de pacientes con cáncer se mantiene en aumento, y por ende es probable que aumente la prevalencia de casos con complicaciones cardiacas asociadas a radiación.
El glaucoma representa un grupo de enfermedades definidas por neuropatías ópticas características que consisten en el re modelamiento del tejido conectivo del nervio óptico y la pérdida del tejido neutral. Es la causa más frecuente de ceguera irreversible a nivel mundial. Su progresión usualmente si la presión intraocular es menor al 30-50% del basal. Las formas crónicas del glaucoma no son dolorosas y los síntomas visuales aparecen después. Por lo que la detención temprana por el oftalmólogo es tan importante. Algunos de los factores de riesgo para glaucoma son: edad, presión intraocular elevada, historia familiar positiva y miopía grave. El tratamiento para el glaucoma se basa en disminuir la presión intraocular basado en fármacos, terapia láser e intervenciones quirúrgicas.
El uso de fármacos antineoplásicos aumenta el riesgo de enfermedad tromboembólica en pacientes oncológicos. Los primeros meses de tratamiento representan el mayor riesgo trombótico, y las comorbilidades medicas mayores y/o las complicaciones infecciosas también aumentan este riesgo. Combinar inmunomoduladores con dexametasona o quimioterapia citotóxica aumenta la incidencia de trombosis en el escenario de mieloma múltiple o linfoma no Hodgkin. El uso de sales de platino, fluropirimidinas y L-asparraginasa también se han identificado como factores de riesgo para enfermedad tromboembólica. Con relación a las terapias dirigidas, los inhibidores del receptor del factor de crecimiento epidermico se han asociado con aumento de eventos tromboembólicos. Por su parte los inhibidores del factor de crecimiento endotelial vascular, espeficamente los anticuerpos monoclonales, se han asociado con trombosis venosas y arteriales. Los corticoides en dosis altas aumentan la incidencia de tromboembolismos.
La retinopatía diabética es la complicación más común de la diabetes. En la mayoría de los pacientes, la retinopatía se desarrolla de 10 a 15 años después del diagnóstico de la diabetes. Con el incremento de la prevalecía de la diabetes más personas están en riesgo de sufrir retinopatía. Se espera que para el 2045 629 millón de personas padezcan diabetes globalmente. Para el 2010, la retinopatía diabética fue responsable de 3.7 millones de casos problemas visuales y más de 833 000 casos de ceguera.El diagnóstico de la retinopatía diabética recae en la detección de lesiones microvasculares. El tratamiento de la retinopatía diabética aun es un desafío, ya que los tratamientos existentes pueden fallar y no alcanzar una mejoría visual clínicamente significativa. Por lo que, hay una necesidad urgente de desarrollar nuevos tratamientos que sean más efectivos.
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