Si ya Tito Livio había dado cuenta de que la historia podía apartarse de los hechos con fines estéticos, la vida y la obra del mayor exponente del republicanismo clásico, Marco Tulio Cicerón (106 - 43 a.C.), indica que compartía con el gran historiador romano la convicción sobre la necesidad de embellecer la historia en pos de lograr el movere del auditorio. Desde una perspectiva que prescinde de las preocupaciones morales sobre la veracidad de los hechos que se relatan, el presente artículo se centrará en las consecuencias políticas que se desprenden de la manipulación del complejo entramado de instituciones, saberes e intereses que se cristalizaban detrás de lo que hoy denominamos la historia romana. A su vez, y considerando el hecho de que la historia de Roma ha signado las formas institucionales y simbólicas del derecho y de la política occidental, nos avocaremos a dilucidar la relación entre el hombre virtuoso que lidera los destinos de la patria, las voces de los antepasados y aquello que denominaremos el tiempo propio de la política.
Los estudios sobre las relaciones entre dinero y obras de arte ha sido muy asociados a la sociología del arte o la sociología del mercado. A contrapelo de esa tendencia, el libro de Hernán Borisonik (un doctor en ciencias sociales, especializado en filosofía política clásica) se interna en el mundo de la plástica para plantear una hipótesis bastante concreta: el uso del dinero en obras de arte tiene un potencial emancipador.
La pregunta por el rasgo que permitiría distinguir a los seres humanos del resto de los animales ha desvelado a la humanidad desde hace milenios. Su capacidad para expresarse a través de las palabras, el uso de la razón, el ser autoconsciente de su finitud o su capacidad para producir y apreciar el arte han sido algunas de las facultades que, a lo largo de los siglos, vinieron a otorgarle a la humanidad una justificación para explicar su posición en el mundo. Con la llegada de la Inteligencia Artificial muchas de esas atribuciones vinieron a ser cuestionadas gracias a la capacidad que han mostrado los entes no biológicos para realizar, entre otras performances, obras artísticas y literarias. En el presente artículo nos dedicaremos a revisitar alguno de los tópicos que han permitido delinear los límites de lo humano para, a la luz de los últimos avances tecnológicos, interrogarnos sobre el vínculo que en nuestros días tienen entre sí la humanidad, la tecnología y la creación artística.
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