Analizamos los diferentes escenarios que afronta nuestro proyecto de investigación al decretarse la alerta sanitaria por Coronavirus, partiendo de un cuestionario realizado a 16 investigadores/as del proyecto TRANSGANG en el Magreb, el sur de Europa y las Américas. En primer lugar, analizamos el impacto de las medidas de distanciamiento físico sobre las relaciones sociales, en especial sobre los grupos juveniles de calle. En segundo lugar, apoyados en los diferentes contextos etnográficos del proyecto, estudiamos cómo se construyen las relaciones de confianza entre investigadores e informantes, las ventajas y límites que impone una etnografía (más o menos) híbrida, entre el ciberespacio y la calle. En tercer lugar, planteamos los desafíos que tiene el uso de tecnologías de comunicación en el trabajo etnográfico con grupos juveniles de calle, enmarcados en contextos sociopolíticos diversos. Por último, vemos cómo estos grupos juveniles se adaptan a las nuevas condiciones de control social, participando en formas de resistencia históricas (ilegalidad, economía formal, enfrentamientos con la policía). Concluimos que el uso de las comunicaciones a distancia con los miembros de grupos juveniles de calle, siendo una estrategia etnográfica útil para preservar el contacto, necesita de encuentros físicos previos donde (eventualmente) la confianza se construye.
In this article, we will compare Marseille and Milan, as well as the social (and digital) practices of young people living in two neighbourhoods: LaFab in the third district—one of the poorest areas of the French city—and San Siro—one of the largest social housing areas of the Italian one. These young people were born in France and Italy, but their parents are mostly of African origins. This comparative analysis is carried out at three interdependent levels: the youth policies, the ethnographic study of young people practices, and the imaginaries they (re)create. In conclusion, we will show how social exclusion intersects with spatial marginalisation and how, in the two cities, groups of young people (through music production, ngo projects, or illicit drug-trafficking networks) have developed glocally-oriented strategies to create self-determination and creativity spaces as an alternative to such structural obstacles.
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