Históricamente, los pacientes con enfermedad mental han sido un grupo poblacional de alta vulnerabilidad, más evidente en situaciones de emergencia sanitaria como lo es una pandemia. Por esta razón, en el artículo se describen las consideraciones específicas que puede enfrentar el personal de salud durante la atención de esta población en un hospital general, haciendo hincapié en las precauciones específicas y la necesidad de organización de grupos asistenciales que, además de tener una comunicación constante con el equipo de salud mental, deben establecer una adecuada relación terapéutica y estar preparados para responder a situaciones de urgencia, como lo es la agitación psicomotora.
La sexualidad es uno de los temas de mayor controversia del comportamiento humano y de acuerdo al momento histórico ha sido satanizada, idealizada, penalizada e incluso rotulada como enfermedad, cuando sus formas de expresión difieren de las tradiciones morales y culturales de la mayoría de los individuos de una comunidad. Uno de los conceptos pilares de la sexualidad es la identidad de género, entendida como la percepción personal del propio género independiente del sexo biológico. Algunas personas se identifican con el género contrario al sexo asignado al nacer y es lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su versión vigente desde el 2022 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) denomina Incongruencia de Género, término con el que se busca despatologilizar esta condición, al retirar la definición del capítulo de enfermedades mentales e incluirlo dentro de condiciones relativas a la salud sexual. Sin embargo, aún está catalogada como una patología mental que se denomina Disforia de género de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales DSM 5 de 2013. La problemática de la incongruencia de género resulta compleja, en el sentido que involucra concepciones sobre lo que es bueno y correcto, intereses propios y ajenos, públicos y privados, normas generales e institucionales, actitudes y decisiones personales, pero sobre todo porque su abordaje no puede ser simplificado porque se trata de una condición en la que no es fácil identificar con exactitud las variables relevantes y se requiere de la visión y consenso de varios expertos o disciplinas (interdisciplinaridad) y porque afectan las creencias más básicas y profundas, que entre más radicales sean, menos susceptibles son de ser racionales. (Llano, 2007). La evaluación de cada una de estas dimensiones presentes a nivel individual es un arduo trabajo y aún más cuando se trata de un tema novedoso en constante renovación. Las identidades contemporáneas solo pueden entenderse a través del reconocimiento del cuerpo. En Colombia, luego de la Constitución de 1991 se empiezan a construir espacios que buscan cuestionar la normalización del cuerpo; es decir, se cuestiona el discurso jurídico que determina cuáles formas de ser son normales y cuáles no. Los discursos de normalidad se han desplazado para crear nuevas perspectivas legales en temas de intervenciones sobre el cuerpo, maternidad, derechos de parejas del mismo sexo, entre otros. El concepto de normalidad limita las posibilidades de elección sobre dos libertades fundamentales: Libertad de elegir cómo ser hombres y mujeres, sin parámetros preestablecidos. Libertad de elegir cómo construir la identidad de género en ese ser hombre o mujer. (Espinosa, 2008) Y es lo que genera el rechazo y la censura cuando se plantea el cambio en la identidad sexual, porque las estructuras sociales tradicionales ven tambalear su estabilidad jurídica y moral, como fuente de poder. Desde tiempos inmemorables los individuos con este tipo de características han sido blanco de todo tipo de discriminación y atropellos, siendo incluso excluidos de la sociedad ante la no aceptación de la diferencia. El espacio que han conseguido especialmente en países industrializados ha sido producto de la lucha sin descanso para la ratificación de sus derechos a la igualdad y a la autonomía, entre otros. Sus fundamentos teóricos son más filosóficos y jurídicos que científicos porque hasta ahora las especialidades médicas (genética, endocrinología y psiquiatría) y la biología no tienen explicación satisfactoria que dé cuentas del porqué de estas particularidades en algunos individuos. La incongruencia de género es un fenómeno real y cada vez más actual que reclama atención por parte del personal de salud, para que, desde el abordaje interdisciplinario de toda su problemática circundante, se dé solución, o por lo menos alivio a la discordancia del sexo físico con el psicológico, como una forma de garantizar el derecho al bienestar personal en su definición más global. En Colombia, las posiciones que la sociedad toma frente a esta población es predominantemente discriminatoria; para muchos se trata de “gente enferma, degenerada” que asocia a delitos sexuales tanto en el papel de víctima como de victimario; para otros se trata de un efecto producto de “la moda y los medios de comunicación”, otros tienen hipótesis más fantasiosas y atribuyen el aumento de casos conocidos a la contaminación de los alimentos con productos químicos de tipo hormonal. A nivel nacional se han realizado varios esfuerzos desde lo jurídico y social, con el fin romper barreras de acceso y dar en cierta medida respuesta a la necesidad de atención médica de esta población, lo que ha llevado a la creación de grupos interdisciplinarios especializados que garanticen servicios de calidad, eficacia y oportunidad, pero hasta ahora no había unanimidad en el abordaje integral que puede ofrecerse, lo que determinó la elaboración de este consenso, como instrumento que garantice buenas prácticas médicas. Esta es una forma en que se busca resarcir el daño físico y emocional que esta población ha soportado a través del tiempo, pues era y en algunos sectores sigue siendo el desprecio, el castigo e incluso la muerte, las estrategias utilizadas por la sociedad intransigente para callar y anular a todo aquel que es diferente. Es uno de los tantos pasos que deben darse para que la medicina evolucione y tenga los recursos técnicos, científicos, humanísticos y éticos que den respuesta a las demandas y necesidades de un mundo en constante cambio. En conclusión, falta un largo camino por recorrer alrededor de esta problemática y sus implicaciones, por lo que es necesario trabajar en la formación de personal de salud con claridad de pensamiento, libres de prejuicios, alta tolerancia a la frustración, capacidad para ser empático y con voz para expresarse.
scite is a Brooklyn-based organization that helps researchers better discover and understand research articles through Smart Citations–citations that display the context of the citation and describe whether the article provides supporting or contrasting evidence. scite is used by students and researchers from around the world and is funded in part by the National Science Foundation and the National Institute on Drug Abuse of the National Institutes of Health.
customersupport@researchsolutions.com
10624 S. Eastern Ave., Ste. A-614
Henderson, NV 89052, USA
This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.
Copyright © 2024 scite LLC. All rights reserved.
Made with 💙 for researchers
Part of the Research Solutions Family.