El tratamiento del patrimonio, en relación con el amplio espectro de bienes que comprende, implica múltiples abordajes para su salvaguarda. En particular, la incorporación de nueva arquitectura en obras existentes, en cualquier escala, constituye un desafío vigente. Este dilema posee una larga trayectoria en la historia de la arquitectura y el urbanismo, junto a otras disciplinas asociadas, dentro de ámbitos europeos y latinoamericanos. Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI, los problemas referidos a las aportaciones contemporáneas en marcos arquitectónicos y urbanos históricos, evidencian una permanencia de dificultades para dialogar, ceder y resistir, o bien, para “parlamentar” entre el legado que sobrevive y las incorporaciones que indefectiblemente recibirá a través del tiempo. En este sentido, resulta de interés lo acontecido en la ciudad de Mar del Plata respecto a las intervenciones de sus contextos pintoresquistas. Sus dinámicas pasadas y presentes, junto con un deficiente proceso de amparo patrimonial, han afectado los paisajes característicos generados en la primera mitad del siglo XX. A partir de ese contexto, el siguiente artículo reflexiona sobre el devenir de aquel legado residencial en dos barrios históricos característicos, desde una perspectiva principalmente cualitativa, mediante la interpretación de fuentes primarias y secundarias. El objetivo, así, consiste en analizar la articulación entre este patrimonio, sus intervenciones desde inicios del siglo XXI y la normativa preservacionista local, para comenzar a comprender los retos inconclusos y, consecuentemente, a formular posibles respuestas a ellos.