Este texto está escrito en una de las miles de cruces que aparecen en las banquetas de nuestra ciudad y nos avisan del sitio exacto de un fallecimiento (casi siempre a causa de algún accidente desafortunado o a veces, como en el ejemplo, de un homicidio), y que son respetadas por paseantes, autoridades y barrenderos. Estas cruces, y muchas otras expresiones urbanas como el graffitti, los escaparates, los carteles publicitarios y los puestos de antojitos forman parte, desde la óptica de Armando Silva, de procesos psico-sociales definitorios en la conformación actual de las ciudades en América Latina: los llamados urbanismos ciudadanos.
El objetivo del artículo es profundizar en la segregación subjetiva, entendida como el conjunto de representaciones espaciales, la producción de fronteras simbólicas y en especial los procesos estigmatización territorial. Ello se lleva a cabo en una urbanización de vivienda social periférica de la ciudad de Santiago de Chile, en el actual contexto neoliberal, caracterizado por la mercantilización de los derechos sociales, entre estos, el derecho a la vivienda. El análisis de tipo cualitativo, basado en entrevistas a profundidad a dirigentes y funcionarios involucrados en el caso, nos permite rechazar la hipótesis “espacialista” sobre el origen de estas representaciones, ─que suelen ser atribuidas al deterioro del hábitat─ y proponer, en cambio, que son generadas en el marco de una estrategia que articula los intereses empresariales y el control político e ideológico. Sin embargo, las resistencias que emergen desde el territorio han logrado invertir esta lógica y buscan devolver la centralidad simbólica a la periferia precarizada.
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