Durante los primeros meses de la pandemia por SARS-CoV2 (Coronavirus 2 del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave), el agente etiológico de la Enfermedad Infecciosa por Coronavirus de 2019 (COVID-19), la actividad de donación y trasplante de órganos en todo el mundo se ha visto claramente afectada. Las principales razones que en este momento motivan el cese parcial o total de los trasplantes son: 1) la carga asistencial que genera el manejo de un potencial donante en la Unidad de Cuidado Intensivo (UCI), 2) el alto riesgo de contagio entre donante y receptor, 3) el riesgo de inmunosuprimir a un paciente en medio de la pandemia y 4) la escases de camas de UCI. A pesar de que el mundo está enfrentando a una enfermedad emergente que merece especial atención, al mismo tiempo continúan prevaleciendo las complicaciones asociadas a las demás enfermedades incluyendo las complicaciones de patologías crónicas en estado terminal. La decisión de continuar con los programas de trasplante se debe basar en el comportamiento local del virus y en la capacidad asistencial de cada una de las instituciones. En Colombia, el comportamiento epidemiológico del SARS-CoV2 varía significativamente entre las diferentes regionales, permitiendo a las instituciones que hasta el momento, presentan poca carga de atención del COVID-19 retomar sus actividades de trasplante. De esta manera se propone un balance entre mantener las medidas de prevención y atención del COVID-19 y continuar ofreciendo los servicios de trasplante, principalmente a los pacientes con alto riesgo de morbi-mortalidad en lista de espera.
Introducción. Cerca del 15 % de los pacientes con insuficiencia renal crónica terminal tienen alteraciones de las vías urinarias inferiores. Estas anomalías eran consideradas una contraindicación para el trasplante renal. Por lo anterior, el objetivo del presente trabajo es describir el comportamiento sociodemográfico y clínico de los pacientes trasplantados renales con ureterostomía cutánea como técnica de derivación definitiva de las vías urinarias. Métodos. Se realizó un estudio descriptivo, longitudinal y retrospectivo de los pacientes trasplantados renales con vejiga anormal y ureterostomía cutánea, entre enero de 1973 y octubre de 2012. Resultados. En 4.294 trasplantes renales, se practicaron 24 (0,55 %) ureterostomías, 19 (79,1 %) como técnica inicial y 5 por falla de la ureteroneocistostomía. Diez (41,7 %) ureterostomías fallaron, la mayoría (8 casos) por estenosis. Se presentó infección urinaria en 20 pacientes y la mortalidad fue del 8,3 % (2/24). El 50 % (12/24) de los pacientes con trasplante de riñón estuvieron libres de infección urinaria durante el primer año. La supervivencia del riñón trasplantado fue de 93,8 % (23/24) a los 18 meses, de 85,9 % (20/24) a los 36 meses y de 66,7 % (16/24) a los 50 meses de seguimiento. La supervivencia de los injertos con ureterostomía sin infección fue del 100 % durante el periodo de seguimiento, mientras que la supervivencia de los riñones con infección urinaria fue de 93 % (23/24) a los 18 meses, de 76 % (18/24) a los 36 meses y de 54 % (13/24) a los 50 meses (p=0,235). Conclusiones. La ureterostomía cutánea es una alternativa segura para la derivación urinaria en pacientes trasplantados renales con alteraciones de la vejiga que no permite su uso o preparación antes del trasplante.
Portal vein thrombosis was considered a contraindication for liver transplantation. This study analyzes the perioperative complications and survival of liver transplant patients with portal vein thrombosis (PVT). A retrospective observational cohort study of liver transplant patients was conducted. The outcomes were early mortality (30 days) and patient survival. A total of 201 liver transplant patients were identified and 34 (17%) patients with PVT were found. The most frequent extension of thrombosis was Yerdel 1 (58.8%), and a portosystemic shunt was identified in 23 (68%) patients. Eleven patients (33%) presented any early vascular complication, PVT being the most frequent (12%). The multivariate regression analysis showed a statistically significant association between PVT and early complications (OR = 3.3, 95% confidence interval 1.4–7.7; p = 0.006). Moreover, early mortality was observed in eight patients (24%), of which two (5.9%) presented Yerdel 2. For Yerdel 1, patient survival according to the extent of thrombosis was 75% at 1 year and 3 years, while for Yerdel 2, it was 65% at 1 year, and 50% at 3 years (p = 0.04). Portal vein thrombosis significantly influenced early vascular complications. Furthermore, portal vein thrombosis Yerdel 2 or higher impacts the survival of liver grafts in the short and long term.
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