A don I~"'rancisco Y nduráinCatnino del destierro, el Cid acampa en Burgos. Violentas amenazas del rey Alfonso, que <> (v. 22), pesan sobre quienes osen sun1inistrarle cualquier tipo de amparo. Para el buen Catnpeador la situación es ardua: ha gastado < (v. Sr) y carece de numerario para atender sus necesidades y pagar a ~los otros que van a so ~ervicio>> (v. 6g). Con la ayuda de Martín Antolínez, < (v. 65), idea, entonces, una treta contra el apuro: llenará de arena dos arcas y, una vez cubiertas de cuero repujado y <> (v. 88), simulará que contienen atractivas riquezas y se servirá de ellas como prenda para conseguir un prés-tamo de Rachel y Vidas, mercaderes burgaleses 1 •
La tradicionalidad del tentaNos las haben1os, de entrada, co11 un tema tradicional. En efecto, el ardid de las arcas de arena, en las que se hace suponer la existencia de un tesoro oculto, guarda relación con un motivo folklórico de vieja raigambre: el engaño a prestamistas o banqueros mediante el uso de falsos artículos con los que se procura obtener crédito 1 .• Un extracto de este trabajo se leyó en el VIII Congreso de la Societé International Rescenvals (agosto de 1978 Cid,>, Barcelona, 1970, pp. 26-27, nn. 9 y 10. Las referencias a Menéndez Pidal sobre este tema, remitirán sólo, por mor de la brevedad, a la edición del PMC. En nuestra exposición, reorganizamos los materiales, agregamos detalles aquí y allá, y actualizamos y concretamos las citas bibliográficas.• Cf. la edición de Ph.-E. I~grand [1932], 1970 5 , 111, pp. 120-126 (especialmente, 123 que, incitando la avaricia de un viejo deudor, consigue resarcirse del pago de una deuda al simular que contenían riquezas diez cofres colmados de piedras 1 . Esta versión, así, se convierte en pionera de obras que, después, con variantes específicas, se documentan en otros lugares, sea en latín -como la recogida en la colección apellidada Gesta Romanorum 2 -, sea en vulgar -talla ittcluida por Boccaccio en el Decamerón 3 -. Menéndez Pidal, teniendo en cuenta < de que gozó, en la Edad Media, la Disciplina clericalis, opinaba que <> que el autor (juglar, en su terminología) conociese el relato a través de esta obra, e incluso aventuró que <> 4 • Sin embargo, la poligénesis, presente en todo relato folklórico 5 , obliga a tomar la apreciación pidaliana con sumo cuidado, máxime en lo atingente al episodio del Cantar, porque, si es verdad que las dos narraciones <> 6 , las relaciones entre ambas son bastante vagas 7 • En cualquier caso, la literatura castellana dio cabida en distintos tnomentos a versiones conexionadas con el tetna que reaparece, durante el período medieval, en la Primera Crónica General 8 , a través de Justino 9 , y en el Libro de los enxemplos 10 ,· y, durante la época áurea, se
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