ecosistemas. Las invasiones han ocurrido por mucho tiempo, pero su número e impactos se han incrementado dramáticamente durante el siglo pasado, y en particular con el surgimiento de una economía altamente globalizada en las últimas décadas.Aunque el ritmo y la extensión de las invasiones a veces parecen abrumadores y los problemas que causan se antojan inmanejables, existen muchos ejemplos de manejo exitoso de invasiones establecidas y erradicaciones de invasoras de reciente ingreso. Los avances en tecnologías bien establecidas, en particular el control biológico y el control químico, además de los nuevos métodos (p. ej., métodos genéticos autocidas y feromonas atractantes para peces invasores, micro-pellets tóxicos encubiertos para el mejillón cebra) conducen a la posibilidad de disminuir en gran medida los impactos de la invasión. Lo más importante es el reconocimiento creciente, por parte de quienes elaboran las políticas de muchas naciones, de que las invasiones biológicas son una plaga costosa con impactos asombrosos no solo en la biodiversidad sino también en la economía y la salud pública. Lo que se necesita actualmente es el desarrollo de políticas coherentes e integradas para mantener fuera a las especies invasoras, para encontrar y tratar de erradicar aquellas especies que a pesar de todo invaden, y para controlar y mantener en densidades lo más bajas posible aquellas invasiones que no podemos erradicar.El desarrollo de tales políticas y su implementación en campo requieren el conocimiento acerca de qué especies se han vuelto invasoras, en dónde y cuáles son sus impactos.Aunque esta información es escasa, el creciente reconocimiento de la magnitud de los problemas causados por las invasiones ha conducido en algunas regiones a emprender esfuerzos sustanciales para proporcionar la información de base requerida. México es una de las naciones megadiversas del mundo, con un enorme número de especies, muchas de ellas endémicas, que ocupan hábitats que van de templados Invasions hy non-native species constitute one of the great global environmental changos occurríng today.
Se determinó con el método de análisis de vacíos y omisiones de conservación (GAP),cómo contribuyen las 289 unidades de manejo para la conservación de la vida silvestre lUMA) de Coahuila a la conservación de los tipos de vegetación natural. Mediante un análisis de componentes principales se definió la relación entre los tipos de vegetación de Coahuila, respecto a su representatividad en áreas protegidas IAPI. Las UMA en el estado cubren 1,546778 ha, de ellas 72.6% se localizan, principalmente, en sitios can cuatro tipos de vegetación primaria, que en orden de cobertura son: matorral desértico rosetófilo, matorral espinoso tamaulipeco, matorral desértico micrófilo y pastizal natural. Si se considera a las UMA como elementos equivalentes a las AP en la conservación de la biodiversidad,éstas OJbrirían todos los tipos de vegetación que son omisiones de conservación en la red de P.P, con excepción de la vegetación gipsófila y la halófila. Sin embargo, no incluirían los cuatro tipos de vegetación,que son a la vez vados de conservación en la actual red de AP, las cuales en suma sólo representan 12,514 ha. las UMA comprenden mós del 25% de la extensión del matorral espinosa tamaulipeco y 4 mezquital primarios de Coahuila, actualmente sub-representados en la red de AP de la entidad por lo que éstas,podrran contribuir a la conservación de la biodiversidad,si se manejaran sustentablemente,y de la cobertura natural del suelo.
Crop wild relatives (CWR) are wild plants that are the ancestors of important crops for human well-being. CWR hold genetic diversity that can be vital for plant breeding programs and the sustainability of agriculture, particularly given global change. Conservation of CWR genetic diversity thus has become a global food security issue, and several countries are actively developing conservation strategies including the generation of a national checklist and inventory of CWR, the assessment of current threat status, the identification of knowledge and conservation, and the establishment of genetic reserves. In this context, Mexico, Guatemala, and El Salvador, in collaboration with experts abroad (University of Birmingham, UK, and IUCN), are working together in a project to contribute towards safeguarding Mesoamerican CWR (http://www.psmesoamerica.org/en/). One important step is to identify CWR conservation area networks framed within the systematic conservation planning approach. However, genetic diversity is generally not addressed during the planning process. As it is unfeasible to sample and perform genetic analyses of hundreds of species due to limited timeframes and conservation budgets, we propose a novel approach to overcome the lack of genetic data. We used two criteria to develop proxies for genetic diversity (PGD): environmental variability, as given by climate, soil and topographic spatially-defined variables; and historic differentiation, as shown by phylogeographic patterns found in other species of the same habitat and region. environmental variability, as given by climate, soil and topographic spatially-defined variables; and historic differentiation, as shown by phylogeographic patterns found in other species of the same habitat and region. We tested our approach by using genomic data from an empirical study of maize wild relatives distributed in Mexico. By combining species distribution models of 120 Mesoamerican CWR taxa and 102 PGD, we delimited areas of potential population differentiation. Furthermore, we considered each taxon's IUCN Red List category and habitat preference, assessed by experts during the project, to determine areas for CWR conservation in Mexico, using the Zonation conservation planning tool. Areas identified as important for CWR in situ conservation are located within sites of high cultural diversity and in areas where agriculture originated and traditional agriculture is ongoing. Also, our study design maximizes the representation of CWR throughout its distribution, thus highlighting the need for comprehensive analysis to encompass the genetic variability of taxa. The results of this work represent a first national and regional guide to promote CWR in situ conservation and sustainable management that contributes towards achievement of the CBD Global Strategy for Plant Conservation, Sustainable Development Goals and Aichi Targets.
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