La promoción del clima escolar favorable desde la función directiva impacta en el logro de los aprendizajes. Facilita las acciones para el cambio y la mejora continua. A tenor de esto, el estudio examinó el clima escolar desde la perspectiva de la gestión directiva en las instituciones educativas latinoamericanas durante el periodo 2016 a 2022. El trabajo se realizó según el paradigma hermenéutico humanista, con un enfoque cualitativo y diseño documental. Los resultados indican que los directores transitan de una marcada gestión administrativa a la gestión pedagógica imprescindible para la educación de calidad que la sociedad reclama. Como líderes, deben poseer competencias socioemocionales para relacionarse horizontalmente con sus colaboradores y la comunidad educativa en general, trabajar en la configuración de un ambiente educacional agradable, propicio para las buenas prácticas pedagógicas y el aprendizaje. Pero la gestión del clima escolar no solo requiere de líderes con conocimientos de gestión educativa, que conozcan y apliquen razonablemente las normas, sino también que se reconozca el trabajo de los directores exitosos.

El estudio tuvo como propósito analizar el desarrollo actual de la profesionalidad docente. Para ello se revisaron publicaciones académicas de países latinoamericanos y europeos que abordan el tema desde una perspectiva practica y teórica. El abordaje tiene un enfoque cualitativo, con diseño documental y alcance explicativo. La revisión permitió conocer que en los países de América Latina hay la preocupación por atraer a los mejores aspirantes al ejercicio de la docencia. Esto será coherente con una escala remunerativa que justiprecie la enorme responsabilidad de quienes educan a las nuevas generaciones. Por su lado, los docentes necesitan entender que la sociedad requiere profesionales comprometidos, pedagogos que formen integralmente a los educandos, líderes que enfrenten los cambios e incertidumbres del mundo actual y aspiren a la transformación de la sociedad. Por tanto, tienen el deber de participar en programas de actualización y formación continua financiados por el Estado u otros que ofertan las instituciones privadas. De ello depende su desempeño eficiente en las aulas y la calidad de los aprendizajes que logren los estudiantes.