This article draws upon findings from fieldwork conducted with Chilean mental health practitioners and school staff to explore how children's mental health diagnoses can be used in the school setting as a particular rationale to mobilise and convey new forms of care practices (Mol, The logic of care: Health and the problem of patient choice, 2008). Inspired by the framing of care as an interrelational, interdependent and more-thanhuman affair promoted by Science and Technology Studies, and drawing from conceptual tools offered by post-humanist approaches, we focus our examination on the diagnosis of attention deficit-hyperactivity disorder (ADHD). Following the diagnosis since its formulation by clinicians in the public sector to its enactment in an urban school in Santiago, Chile, we explore how certain caring/uncaring practices are enacted in relation to the diagnosis, reconfiguring the classroom by incorporating (non)human actors to care for the diagnosed child. However, care is ambivalent, and the diagnosis can be put into action for other purposes as it interweaves with educational policies and other agendas. Thus, to produce policies that truly foster inclusion, attention must be given to the micropolitical level where disabilities and disorders are enacted, developing
Resumen: el objetivo de este artículo es mostrar cómo el incremento de las labores de cuidado, producto de la pandemia, y el quiebre de la red de cuidados han recaído significativamente sobre las mujeres. Al reconocer la crisis de los cuidados, que ha privilegiado un modelo individualista por sobre uno social o comunitario, la pandemia de la covid-19 revela las sobrecargas de un tipo de sujeto y las imposibilidades para pensar otras formas de cuidar. Mediante la presentación de algunos resultados, obtenidos por la encuesta Cuidar, realizada en Chile en mayo de 2020, en un contexto de cuarentena estricta, cierre de establecimientos educacionales y medidas de distanciamiento social, discutimos la participación de las mujeres en entramados de prácticas de cuidado que se van tornando cada vez más frágiles. Si consideramos que las mujeres son actores clave en estas articulaciones, la precarización de su calidad de vida afecta la capacidad misma de la red para sostener y cuidar y, por ende, la capacidad de las mujeres para cuidar tanto de sí mismas como de otros. Es decir, la pandemia no solo muestra un conjunto de prácticas que se desarticula y reorganiza, sino que, dada su organización privatizada y concentrada en un tipo de individuo, se hace mucho más frágil en tanto que depende casi exclusivamente de un sujeto cuyas posibilidades de repensarse o rearticularse son menores o limitadas.Palabras clave: crisis de los cuidados, cuidados, género, pandemia, prácticas.
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