Ciertamente, la Humanidad ha vivido un cambio trascendental en las formas y medios de las relaciones sociales y personales en los últimos cuarenta años. La transformación constituye una de esas “revoluciones que nadie soñó” a las que se refiere el sociólogo chileno Fernando Mires (Mires, 2000), que ocurrieron a finales del siglo XX y que hoy ya caracterizan el nuevo siglo y hasta quizás también el nuevo milenio. Los cambios radicales en la tecnología han sido acompañados y posiblementepotenciados por ella. No todo es tecnología, equipos y software. El propio ser humano ha tenido que ir adaptándose, al mismo tiempo que impulsa estas transformaciones. El gran cambio, implicado en la generalización del uso de las llamadas Tecnologías de Información y Comunicación, fue previsto por varios pensadores y visionarios, ya desde la penúltima década del siglo XX, haciendo aportes para al menos pensar en medio de la vorágine y las incertidumbres de estos cambios tan rápidos y violentos. Pero el ritmo de los avances ha sorprendido a esos mismos estudiosos, aparte de que se han presentado circunstancias imprevistas que han acelerado los cambios. La más significativa: la pandemia de la COVID 19, un verdadero reto a la ciencia, a las sociedades, a los Estados y a sus economías.