Entre muchos muros que se construyen o se echan abajo en nuestro planeta, hay un muro específico, el cual se viene abordando por un colectivo de artistas. Se trata del Muro de Av. Mauá, en Porto Alegre-RS-Brasil, el cual se constituye como un monumento tridimensional longitudinal. Su interferencia en el paisaje es absolutamente contundente, aunque muchas veces, no es percibido por los que conviven diariamente con él. Este objeto, el Muro, crea una interferencia en el paisaje, lo que transforma y modifica los hábitos de los que viven en la ciudad y de los que por allí pasan, dividiendo la memoria entre el antes y el después. Ambiguo en su existencia, el Muro resiste a los debates entre los que lo defienden como necesario y los que lo consideran un estorbo y reclaman su caída. Con en fin de entenderlo y resignificarlo, los artistas-investigadores vienen estableciendo diferentes estrategias poéticas de aproximación y compartición con el Muro y su entorno, lo que genera nuevas interrelaciones entre este protagonista y la ciudad. Se han llevado a cabo una serie de deambulaciones propositivas y colectivas, tales como: Visita Imprecisa(2015), Turista Puede(2015) y Espiación92016). Al colocar un Muro en el borde del Lago Guaíba para protegerse, la ciudad de Porto Alegre, niega en algún sentido su vocación de puerto, sus aguas, sus islas, su mirada hacia el otro lado del margen. Y, de cierta forma, esta lo asume como parte de un paisaje urbano, al cual no se penetra, no se atraviesa. Traigo para esta presentación algunas reflexiones que surgieron a partir de las actividades colectivas realizadas por los artistas en este lugar específico, las cuales generaron reflexiones que se expanden a otros muros, en este empate permanente entre a protección y la exclusión. http://dx.doi.org/10.4995/ANIAV.2017.5837