“…El hincapié en la mejora de estas condiciones parte de la comprensión de los primeros años de vida como un periodo crucial, en el cual las experiencias que tienen lugar impactan significativamente en el desarrollo del cerebro, dada la masiva producción de conexiones sinápticas (Nelson, Furtado, Fox, & Zeanah, 2009;Satchwell-Hirst, 2018). A esto se añade el rol que desempeñan los estresores en los ambientes de crianza caracterizados por la pobreza y desigualdad, los cuales pueden afectar negativamente la calidad del cuidado de los niños desde edades muy tempranas y, en consecuencia, incidir negativamente en el posterior desarrollo a nivel cognitivo, afectivo, social y emocional (Hackman, Gallop, Evans, & Farah, 2015;Lipina & Segretin, 2015;Winston & Chicot, 2016). De ahí que sea relevante investigar sobre las relaciones de cuidado, especialmente en el primer año de vida.…”