“…En consecuencia, son de conocimiento ineludible para el docente los rasgos particulares de las obras y sus facultades para la formación del lector literario (Colomer, 1991(Colomer, /1998, que en el libro álbum son: a) el hecho de que la imagen "no se incluya", sino que "haga parte de él" (Duran, 2007); b) las convenciones de expresión y recepción propias (Silva-Díaz, 2014) en las cuales se mezclan la alfabetización verbal y la visual, ésta anclada a la "lectura de imágenes" y sus elementos constituyentes (Bosch y Duran, 2009); c) la circunstancia de que, aunque la lectura visual es más intuitiva que la verbal, la habilidad deductiva juega un papel clave en su decodificación (Lee, 2014), y d) el lugar que ocupa el componente material del libro en la articulación de sentido (Van der Linden, 2015). El mediador, pues, debe poder reconocer los componentes de los álbumes e identificar sus posibilidades para objetivos específicos de educación literaria (Belmiro, 2010;Silva-Díaz, 2001a, 2001b. A estos vectores que impactan la mediación -los rasgos distintivos del libro álbum y los modos de lectura que promueven-se añadiría el trabajo sobre las habilidades lectoras relativas a las temáticas, que en la actualidad supone un reto por la concepción de lo que "debiera ser" un libro para niños (Munita, 2018), lo que exige el tratamiento didáctico apropiado de unas obras que implican diferentes formas de comprensión y temas complejos.…”