“…Al respecto, es necesario tomar en cuenta los aportes de Pérez et al (2013), quienes señalan que en este proceso se debe considerar la capacitación en temáticas educativas desde una mirada andragógica (orientada a facilitar la construcción autónoma de aprendizajes en individuos adultos), mediante diversas herramientas didácticas, incluyendo las clases expositivas, aunque sin restringirse a ellas, y potenciar las actividades prácticas, mismas que implican trabajo guiado y llevan a reflexionar e innovar en lo que ya se está haciendo en docencia. Asimismo, Marchant et al (2016) indican que, para obtener resultados significativos, los programas formativos deben potenciar las denominadas habilidades sociales, que están relacionadas con aportar herramientas que permitan interacciones sociales efectivas de comunicación, como aquéllas relacionadas con el manejo de equipos de trabajo (Marchant et al, 2016). Y, por último, considerar la oportunidad de intercambiar experiencias con profesionales de otras carreras con el fin de ampliar la concepción de la docencia, y compartir experiencias y problemas comunes, ya que todo ello motiva a realizar perfeccionamientos pedagógicos y recurrir al apoyo entre iguales, lo que se considera un elemento facilitador de la transferencia.…”