“…De forma paralela a estos hechos, socialmente hablando, se trabaja arduamente en la tarea de localizar y modificar posibles barreras sociales para estas personas, ya que los beneficios de la erradicación de las mismas, pueden resultar incluso mayores que las intervenciones a nivel individual (Bodde & Seo, 2009). Así pues, diferentes autores defienden que el éxito de la inclusión se encuentra directamente relacionado con la eliminación de barreras conductuales, más incluso que con la implantación de medidas legales, por ser la actitud un determinante de la personalidad y las acciones humanas (Rodríguez & Fernández, 2017), además de una de las trabas más poderosas para la aceptación de las personas con discapacidad (Downs & Williams, 1994;Lee & Rodda, 1994;Shannon et al, 2009). Otros autores afirman que la diversidad es enriquecedora y necesaria para el progreso, las relaciones sociales y comunitarias han de desarrollarse en condiciones de equidad y justicia social (Rodríguez & Fernández, 2017), siendo el ambiente adecuado para trabajarlo, el contexto educativo (Calvo, 2008), ya que es necesario el fomento de la igualdad, junto con actividades y tareas con metas y objetivos comunes, para potenciar actitudes positivas (Pettigrew & Trop, 2006;Wong, 2008).…”