“…La cronología aplicada al final de la Edad del Bronce, con una horquilla estimada entre los siglos VIII al IX, si no era hasta el X a.C., de acuerdo con los hallazgos a torno del Cabezo de San Pedro fechados entonces no antes del 700 a.C. (Blázquez et al, 1970, 13), no puede seguir siendo utilizada ni manipulada, puesto que ni el análisis arqueológico (Gómez, 1998;, ni las nuevas cronologías cronométricas, con ejemplos cercanos en la provincia de Huelva de los siglos XIV al IX a.C. (García y Hurtado, 2011; García y Odriozola, 2012, Tabla IV), en Medellín de los siglos XII al IX a.C. (Jiménez y Guerra, 2012, Tabla 1), en el Alentejo con fechas similares (Monge, 2005), y ahora también en El Carambolo, a pesar de lo que se diga, con la fecha más probable situada entre 1401 y 1131 a.C. (Fernández y Rodríguez, 2010, 215;Gómez, 2013, 91), hacen el cambio necesario y pertinente 6 . Desde esta perspectiva, otros hallazgos en la Península Ibérica, como ejemplos, llevaron a estimar la presencia bien establecida de elementos orientales que ya no pueden ser adjudicados a los fenicios históricos, como el cuenco de Berzocana (Almagro, 1977, 243-245), los objetos de hierro de las Beiras (Vilaça, 2006;2013a-b), los del tesoro de Villena (Lucas Pellicer, 1998), o uno de los útiles de la Ría de Huelva (Almagro, 1993).…”