“…Finalmente, es posible afirmar que actualmente las políticas públicas, tanto en el ámbito civil como educativo, han visibilizado problemáticas de la comunidad LGBTI, en torno a sus derechos ciudadanos como también la necesidad de desarrollar una educación que se dirija al desarrollo integral, resguardando los derechos y el enfoque de género. Pese a ello, y rescatando los avances en políticas de convivencia escolar, es posible plantear que estas políticas han sido construidas desde análisis frágiles, donde no se cuestiona la hegemonía de las sexualidades, dejando indemne el heterosexismo, los binarismos de género, el control de los cuerpos y la concepción de familia heterosexual (Echeverría y Maturana, 2015), así como también dejan fuera cuestiones de injusticia de redistribución, reconocimiento y participación como las que se asumen desde Fraser (2008) y un reconocimiento pleno de la diferencia y diversidad sexual, para la comprensión de un nuevo orden simbólico (Butler, 1993y 2003, en Duque, 2010Preciado, 2002). Asimismo, los intentos de introducir temáticas relacionadas al ámbito de la identidad sexual, han fortalecido la exclusión, volviendo a situar la "diversidad" como la otredad, solo alcanzando un respeto limitado hacia otro/a, pero no una valoración de la diferencia (Butler 2009, en Echeverría y Maturana, 2015) que permita afirmar que cada niño y niña, independiente de su identidad sexual, es un legítimo aprendiz (Julio, 2010(Julio, , 2014.…”