La coartación de aorta es una cardiopatía congénita frecuente y potencialmente mortal. Su diagnóstico prenatal es un reto, ya que está dificultado por características inherentes a la circulación fetal, siendo relativamente bajas sus tasas de detección (30-50%). A diferencia de lo que sucede con otras cardiopatías congénitas, el diagnóstico prenatal de la coartación de aorta es en la mayoría de los casos solo de sospecha y únicamente podrá confirmarse de forma posnatal. Su identificación es de gran importancia, ya que mejora el pronóstico neonatal, y se basa sobre todo en la visualización de signos indirectos, como asimetría de cavidades o grandes vasos, con dominancia derecha. La principal limitación de estos es su bajo valor predictivo positivo, en especial en edades gestacionales tardías. Existen otros signos directos con mayor especificidad, como la hipoplasia de arco, el cociente istmo/ductus o el shelf contraductal, que en ocasiones solo son evidentes en el tercer trimestre dado el carácter evolutivo de la enfermedad. No obstante, ningún parámetro aislado presenta un rendimiento diagnóstico adecuado, siendo la combinación de algunos en distintos modelos multiparamétricos la que ha presentado mejores valores predictivos. Estos permiten al clínico un mejor asesoramiento a los padres, así como una planificación de la asistencia perinatal.