“…El ejercicio de la docencia ha sido tradicionalmente entendido como una actividad solitaria, en la que cada profesional debe hacer uso de sus recursos y estrategias personales para enfrentar la cotidianeidad tanto al interior como al exterior del aula (Fullan y Hargreaves, 2004;Nemiña, García Ruso y Montero Mesa, 2009;Prieto Parra, 2004). A la hora de incorporarse por primera vez a un centro educativo y verse enfrentado a los desafíos que ello significa, existe la posibilidad de que los profesionales no logren encontrar soluciones alternativas a las situaciones que se les presentan, pudiendo perpetuar prácticas aprendidas (Fink, 1992;Marcelo, Mayor, y Murillo, 2009;Sorcinelli, 1994), cerrándose a la innovación o incluso desertando al poco tiempo, no llegando a consolidar la transición entre estudiante y profesional. Este último punto ha sido motivo de estudio y se estima que entre el 25 % y el 50 % de los profesores deserta en los primeros cinco años de ejercicio (Ávalos, 2014;Crasovana y Ungureanu, 2010;Tardif, 2004;Helms-Lorenz, van de Grift y Maulana, 2015;Gardinier y Weisling, 2018).…”