“…Entre las funciones ecológicas que desempeñan, se destacan: la capacidad de acelerar los procesos de descomposición de la materia orgánica, a partir de los hábitos omnívoros y detritívoros de algunas especies (Arias-Pineda y Realpe, 2014; Arroyave-Rincón et al, 2017;Campos, 2014;Yang et al, 2020), su papel como reguladores poblacionales de herbívoros que favorece la producción primaria y secundaria en ambientes marinos y costeros (Giorgini et al, 2019;Gittman y Keller, 2013), a su vez son una fuente de alimento importante para diferentes especies de anfibios, aves, mamíferos y reptiles (Cognetti y Magazzú, 2001;Magalhães, 2001;Rivera-Pérez et al, 2020), son utilizados como bioindicadores de diferentes tipos de contaminación y calidad del agua (Campos y Lasso, 2015;Pinheiro et al, 2021) y también son considerados una base económica importante para las poblaciones humanas costeras (Cardona et al, 2019;Hernández-Maldonado y Campos, 2015). Además, existen especies de interés médico por ser vectores secundarios de tremátodos, como los representantes del género Paragonimus (Phillips et al, 2019) y se destaca la presencia de especies invasoras, que pueden causar importantes desequilibrios en los ecosistemas naturales (Arias-Pineda y Rodríguez, 2012;Camacho-Portocarrero et al, 2021).…”