“…Es previsible que, tras la sorpresa inicial, el autómata de san Alberto también acabara aburriendo: ahí están los ingeniosos Furby, en el fondo del armario junto al resto de juguetes olvidados; ahí está ELIZA, una inteligencia tan idiota como previsible, cubriendo alguna página de manual (Pradier, 2021); ahí está Deep Blue, "que conoció días de gloria", y ahora está "criando polvo de museo" (Marcos, 2021). La perfección en las acciones resultaría agotadora en un robot social y pondría de manifiesto no solo su condición estrictamente instrumental, sino que abriría las preguntas más hirientes en torno a su senti-162 adriÁn Pradier sebastiÁn do… y a su propia ubicación en el mundo: muy probablemente junto a un ser humano, dispuesto a ponerlo en marcha, a interpretar y dar sentido humano a los estados físicos de tránsito de información en los que, básicamente, consistiría la inteligencia de esa cabeza metálica.…”