Quienes nos iniciamos en el ejercicio de la Ginecología hace cerca de cinco lustros, ocasionalmente encontrábamos el cuadro clínico de pacientes estériles, ól igo o amenorreicas, en quienes el examen clínico o el hallazgo quirúrgico permitía descubrir la presencia de grandes ovarios pálidos, llenos de múltiples pequeños quistes (1); los designábamos con el nombre de "Síndrome de los grandes ovarios poliquísticos de Bartel Herman".