“…Al igual que otras investigaciones realizadas en escuelas con buenas prácticas situadas en contextos vulnerables (Morales, 2017;Tapia-Gutiérrez et al, 2011), encontramos que la creación de entornos de trabajo saludables, donde prevalece una fuerte preocupación por el personal, constituyen herramientas de liderazgo potentes para el desarrollo de buenas escuelas, donde impera un clima de confianza y alta valoración directiva. En una investigación conducida en México, se encontró por ejemplo que lo que marca la diferencia entre escuelas de alto y bajo logro académico son justamente las altas expectativas y creencias positivas de los directivos (Morales, 2017). Allí se constató que los directivos de escuelas de bajo rendimiento, en cambio, suelen responsabilizar a los docentes, al sistema educativo y al contexto por los malos resultados, etc., en vez de mantener una mirada positiva hacia la labor docente.…”