“…Se mira milimétricamente el aspecto, la cara, la ropa, las manos, el peinado; no es sencillo, hay que lograr el equilibrio en el discurso y en la imagen, algo que no está al alcance de cualquiera. De todas maneras, los «análisis nos llevan a considerar que, en condiciones ordinarias en un debate en que no haya elementos de manifiesta torpeza o errores de uno de los participantes, no existirán «perdedores», sino que ambos serán «ganadores» para su respectivo público y que, en el peor de los casos, se considerará que están en una situación de igualdad» (Sierra, 2014).…”