Este artículo describe y analiza como personas con discapacidad experimentan sus movilidades en un territorio rural del Sur de Chile. A través de un diseño etnográfico, se aplicaron entrevistas y observaciones a las personas, sus familias y cuidadores. Los resultados sugieren que las familias directas, en complemento con instituciones públicas locales, son quienes hacen posibles las movilidades y proyectos de vida de sus miembros con discapacidad. Además, el territorio, entendido como espacio vital, es altamente valorado por las personas, quienes aprecian los anclajes y arraigos locales. Finalmente, las movilidades como enfoque nos permiten nuevas lecturas de la discapacidad, en donde se introducen las interdependencias, negociaciones y tejidos de diversas redes, como categorías y formas plausibles de gestionar la cotidianidad.