“…Así, la promesa de reparación de las mutilaciones y la restauración de órganos se logró en medio de "una visión funcional, que acusó la improductividad y dependencia del cuerpo enfermo, incompleto o deforme" (Danet, 2013: 6). Los cojos, los mancos, los ciegos, los desfigurados o los torcidos "por la metralla" eran el campo de batalla de un imaginario que enlazaba el objetivo de la re-construcción de la nación a través del trabajo y la ocupación de los veteranos de guerra (Pichel, 2010) con las capacidades reparadoras de la ciencia sobre las piezas corporales dañadas. Los medios de prensa, tal como analiza Danet, insistían en cómo los "pobres troncos humanos", pasando por una "milagrosa metamorfosis" se convertían en "vitales criaturas, conscientes como individuos enteros y capaces de realizar un trabajo, afrontar un oficio y usufructuar un empleo" (Danet, 2013: 9).…”